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jueves, 1 de diciembre de 2011

Significado del islam


En una aproximación lingüística, la palabra islam procede de la raíz árabe s-l-m que significa al mismo tiempo ‘sometimiento’ y ‘paz’ (salam). El significado literal de musulmán (muslim) es “aquel que se somete o se adecua a lo único real”. Por ello el significado de la palabra árabe islam sería aproximadamente la de “sometimiento o adecuación a la Realidad Única, a Dios”. Este sometimiento a lo real implica una determinada forma de vivir. A esta manera concreta de vivir y concebir la existencia los musulmanes la denominandin del islam.
El islam no es una cultura ni una religión —en el sentido habitual que suele darse a esta palabra en las sociedades y culturas occidentales, de raíces judeocristianas— sino una forma de ser y de vivir. La palabra ‘religión’ tiene la connotación cultural latina dereligare, que resalta sobre todo el vínculo entre personas de un rebaño o comunidad, que se ‘religan’ por medio de los ritos. Por el contrario, el islam se define a si mismo como din, como forma de vida, como sistema de relación entre el ser y la realidad, y no sólo como vínculo entre los seres, aunque este vínculo, por supuesto, existe.
En el din del islam hay principios y formas, pero no dogmas ni misterios. No hay sacerdotes ni iglesia, no hay sacramentos ni liturgia en un sentido representacional: es más bien una manera de vivir y concebir la existencia.
Una vez aclarada esta cuestión podemos decir que el din del islam es la forma de vida que Dios transmitió por medio del Corán y que fue ejemplarmente puesta en práctica por el profeta Muhámmad, la paz y las bendiciones sean con él. El núcleo de este din del islam es una actitud y un ordenamiento existenciales completos y específicos que regulan todas y cada una de las facetas de la vida humana.
El origen de esta forma de vivir se remonta, según el Corán, hasta el profeta Ibrahim (Abraham), la paz sea con él, que era hanif, es decir, “que adoraba y reconocía al Dios Único, sin rendir adoración a ninguna otra cosa”. Por ello decimos también que el islam es una forma de vida revelada al ser humano a través de los profetas y enviados desde los primeros tiempos históricos.
A la hora de estudiar el islam habrá que tener en cuenta que lo que normalmente se entiende por islam, es decir, el islam de Muhámmad, es sólo su última y más reciente manifestación, puesto que, según el Corán, el Dios y el din de Ibrahim (Abraham), de Musa (Moisés), de Isa (Jesús), y de Muhámmad, la paz sea con ellos, son uno y el mismo.
El musulmán, aquel que vive sometiéndose a la realidad, a aquello que viene de Dios, sea bueno o malo, consigue así que su vida fluya libremente, siente que Dios es la esencia de todo ser, de toda criatura, siente que Dios está vivo en su corazón y no es una abstracción inalcanzable; cree en el mensaje y por ello practica el din del islam, que se concreta en cinco pilares que le ayudan, día a día, ciclo tras ciclo, a limpiar su corazón y su mente de la alienación, de las falsas ideas y de cualquier tipo de adherencia o idolatría (shirk).
El musulmán no relega a Dios a momentos y lugares determinados, sino que vive la dimensión divina de lo cotidiano, de lo sencillo. Hace lo que siente, dice lo que piensa, y transmite esa actitud ante la Realidad a todo aquello que alcanza. En este sentido, todo en la vida del musulmán tiene una cualidad trascendente y sagrada. No existe un ámbito para lo religioso y otro ámbito para lo profano sino que ambos, como todas las demás facetas, conforman una unidad indisoluble que se manifiesta en el ahora.
La base sobre la que se asienta el pensamiento islámico, su consecuencia existencial y su visión del mundo, es el tawhid, la conciencia de la unicidad de lo real, que está claramente contenida en la shahada o testificación primera que hace todo musulmán:“La illaha illa Allah”. El musulmán, aquel que reconoce y se somete a la Realidad Única, testifica mediante estas palabras, casi constantemente, muchas veces cada día de su vida, que no existen dioses, figuras o realidades excepto esa Realidad Única a la que llamamos Dios.
Como fruto de esa conciencia, la shahada lleva al musulmán a considerar y a sentir que aquello que pertenece a la creación, al mundo, es ilusorio, diverso, relativo, transitorio y destinado a desaparecer. Para poder vivir en ese mundo inabarcable y múltiple sometiéndose a la Realidad Única, el ser humano necesita una guía, un criterio que le permita el discernimiento cabal de la realidad. Este criterio está implícito en la Revelación, en el Corán, donde se concretan los diversos aspectos de la existencia humana, del cosmos y de las relaciones entre ambos.
El ser humano aparece en el Corán como parte esencial de la creación de Dios, como Su expresión y representación distinguida (jalifa) en el mundo. Esta distinción que Dios hace al ser humano sobre las demás criaturas, este privilegio, está inevitablemente acompañado de un incremento de la conciencia (haqq) y, por lo tanto, de la responsabilidad (ajlaq).
Las obras de la naturaleza y las del ser humano pertenecen a la sola creación de Dios. El ser humano vive inmerso en esta creación formando parte de ella. Por ello, no existe para el musulmán esa vocación de ‘conquista de la naturaleza’ tan presente en la tradición occidental. Lo único que diferencia al ser humano del resto de las criaturas es el intelecto (aql), cualidad que implica discernimiento, reflexión y, sobre todo, lenguaje. El ejercicio reflexivo está íntimamente ligado al albedrío, a la posibilidad de elegir entre lo diverso que se muestra en la creación, a la adquisición y expresión de sentido y finalidad.
El islam atiende a todos y cada uno de los aspectos y facetas del ser humano, tanto a la dimensión interior y espiritual como a las relaciones sociales, familiares o económicas, así como al papel del ser humano con relación a los demás seres, a la naturaleza y al cosmos. Podemos decir por ello que el islam es una forma de vida que ayuda al ser humano a vivir una experiencia de la realidad al mismo tiempo integral e integradora.
Por ello, en un acercamiento al islam que pretenda una visión integral de esta forma de vivir será necesario tener en cuenta diversos niveles: la proposición esencial, metafísica o doctrinal, los pilares sobre los que ésta se asienta, los diversos ámbitos de la creencia (aquida), la concepción del ser humano y las formas de relación del ser humano con Dios y con Su Creación, las expresiones de la adoración (ibada), la vida espiritual (tasawwuf), los preceptos legales (sharíah), la dimensión y concepción del vínculo social (ummah) y la consideración de la naturaleza y del cosmos. 



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